lunes, 29 de noviembre de 2010

[Libro] Olvidado rey Gudú (Ana María Matute)

Ahora que le acaban de dar el premio Cervantes a Ana María Matute, me estaba leyendo uno de sus libros más famosos. Un pedazo de libro, por extensión (865 páginas) y por como está escrito. Es un libro de fantasía, pero que a la vez tiene un montón de segundas lecturas, como por ejemplo, la que más me ha llamado la atención y que es como yo lo he interpretado, es una historia relativa al paso del tiempo. Los otoños de la vida, las primaveras, los niños que mueren niños e inocentes, los ancianos que van viendo como la soledad llega a sus vidas. No es un libro triste en sí, pero si que deja un regusto, sobre todo cuando habla de la imaginación que tenemos de niños, el lenguaje que solo entendemos nosotros, la facilidad con la que nos creemos cosas inexplicables. Buen libro, os lo recomiendo para disfrutar de largos ratos de lectura. Unos párrafos:
- Y ahora que tenéis asegurado un sueño divertido - dijo Tontina, notando que sus ojos se llenaban de arena dorada (la fina arena de las playas de aquel Sueño, el que transporta al último instante y al primer instante) -, espero que el Trasgo del Sur os conduzca bien, y que mañana nos visitéis de nuevo.
Y así se quedaron, uno frente al otro, sin saber qué decirse. Y estaban callados, y como asombrados de ver algo que nunca habían visto; o escuchado algo que jamás habían oído; como si acabaran de descubrir lo que nadie antes que ellos había conocido nunca, aunque, fuera tan conocido y tan distinto y tan viejo como el mundo.
Y aquí sí que, en verdad, fallaba por vez primera su prodigiosa intuición. Tal vez los afeites que con tanto esmero, discreción y tino cuidaban de su piel, y los corsés que oprimían su talle tenían la culpa:  pues desde la llegada de Tontina, estos le habían privado de apreciar, en su rápido aumento, las finas arrugas, el primer cabello blanco enredado en las rubias trenzas, avisos de que Ardid, ella, ella, había entrado, como cualquier humano, en el primer día de la muerte: esto es, el último de la juventud.
Esta Isla es, en realidad, un antiguo corazón, una antigua luz, un antiguo amor, una antigua vida..., aunque, tristemente pronta a desaparecer. El día en que yo muera, la Isla partirá conmigo, y jamás regresará. Tal vez podrán recordarnos, imitarnos, desearnos, difamarnos o condenarnos; pero nunca, nunca más volveremos. Y nuestra desaparición (como todas las desapariciones, tenedlo por seguro) abrirá un gran vacío... en el mundo. 
[...] Soñó que sus nietos y aquellos dos muchachos llegaban a un lugar donde nadie les miraba como extraños o enemigos, donde el sol brillaba y crecían frutas y las plantas para todos; y nadie arrebataba a un hermano lo que era de todos los hermanos. Y con tan imposible como hermosa esperanza, el anciano dejó para siempre de sufrir.
Y como siempre, el último párrafo:
Y el llanto del Rey cayó en el Lago, y éste creció. Creció de tal forma que anegó la ciudad, el Reino y el país entero, hasta más allá de las lindes donde Gudú había pisado. Y tanto él como su Reino, como cuantos en él vivieron, desaparecieron en el Olvido.

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