martes, 29 de noviembre de 2011

Fiesta de sangre. Tomando partido.

Lo que intuía era que alguien quería que el hombre sobreviviese y le había dejado los elementos para ayudarle en su sanación. ¿pero quien y con que objetivo?
Silencio y frío. Cuando el viento norte de noviembre que soplaba desde Oskia descansó un breve instante, el estandarte que ondeaba sobre la torre de Garaño dejó de restallar y el silencio se hizo presente. Un silencio espeso. Un ligero rumor hacía entender que el río, allí abajo, se deslizaba perezosamente hacía Asiain. Un silencio solo roto por los estallidos de la madera seca que alimentaba la hoguera del puesto de vigilancia.

Clac. Clac. Enecco tensaba y destensaba la ballesta. Clac. Ecayus había convocado una fiesta para celebrar el fin de las pasadas hostilidades. Clac. Desde su extraña y sorprendente curación, meses atrás, Enecco había notado que era capaz de advertir claramente en las miradas de la gente lo que ocultaban sus palabras. Y Ecayus ocultaba un silencio. Un silencio de sangre. Clac.

Tenía que avisarles. Algo extraño le vinculaba con esta tierra, algo mucho más profundo que los ojos de Jimena, más tierno que sus besos, mas suave que sus manos y mucho más intenso que los ratos que disfrutaban al calor del hogar. Reviviendo sus sueños febriles, está convencido de que alguien o algo tuvo la culpa de su curación, y ese alguien no es del bando de los monjes. Sí, iría a avisarles.

Quizás la fiesta, debería ser una fiesta de sangre...Clac.