jueves, 29 de enero de 2009

Un informático trabajando

Y llegó tan chulo, con su BMW, su sonrisa del millón reluciente, parecía que acababa de darse la enésima sesión de blanqueado de dientes.
Lucía una corbata de postín que enlazaba perfectamente con su traje de Armani. Vino a saludarme con paso firme y reluciente mientras que me deslumbraba con el brillo de sus zapatos. Justo, cuando me iba a dar la mano mientras quedaba deslumbrado por el ataque triple de su sonrisa, los piños y el brillo de la gomina, le sonó el móvil. Saco su ay!fon y me pidió disculpas mientras que me quedaba colgado esperando con cara de tortuga. Termino su llamada y luego me saludo.
- ¿Jorge has dicho que te llamas?
- No, Sergio, pero da igual, todo el mundo me confunde.
- Ah, sí, tú eras informático, ¿no?. Oye, pues me podías ayudar porque me ha salido una estrella en el portátil del curro con el Office y me molesta. ¿Tú me la podrías quitar?
- ¡Claro! Hay tres formas. La forma 1 es la más sencilla: Desinstalas el Microsoft Office y ya no te sale.
- Sí, pero.. es que necesito trabajar con documentos Office.
- Bueno, pues usa la forma dos. Te instalas OpenOffice y puedes trabajar con ellos.
- Uff, sí, lo puse, pero iba lentísimo y no funcionaba bien.
- Pues la tercera es muy fácil, cómpralo, tienes versiones por 40 €.
- Jajaja. ¿Pagar el software? ¿Seré el primero, no?
- No, no serás el primero. ¿Cuánto le ha costado a tu jefe el BMW y el móvil ay!fon que te ha puesto?
- Ya, pero es que es para trabajar, que yo cierro muchas ofertas con el móvil y necesito el BMW para tener un status, ya sabes...
- ¿Y el Office es para el porno o qué?
Gilipollas.

PD: Para desahogar un poco... (vía Un informático en el lado del mal).

martes, 27 de enero de 2009

El espia al descubierto

Iba a despertar a Jimena, cuando de repente, el caballo de Enecco, atado en la puerta de la borda, emitió un breve relincho. Alguién se acercaba. O algo...

Que sensación mas extraña. Enecco despertó tumbado en la puerta de la borda. Era de día y ya no llovía. Las brumas ascendían desde el rio Arakil, como si cientos de chimeneas se hubiesen puesto en marcha a la vez. Le dolía tremendamente la cabeza, justo a la altura de la nuca. La notaba mojada, al igual que el resto del cuerpo, pero no era un líquido frío. Se pasó la mano y al fijar la vista, vío que la tenía ensangrentada. ¿Había soñado todo lo que acababa de recordar? Miro a su alrededor y no vió ni a Jimena, ni montones de paja, ni restos de lo que su mente recordaba tan vivamente. ¿que sería el brebaje que June había preparado?. ¿June?. Acababa de "soñar" que era un anciano el que lo preparaba, pero no podía ser, la aprendiz de Iluna era June y era ella la que había seguido la tradición y la única capaz de preparar ese brebaje.

Totalmente desorientado se incorporó. Le dolía todo el cuerpo, entumecido por las horas al exterior, aunque alguien le había echado una manta por encima. ¿se había caido y se había golpeado? ¿o alguien le había atacado?. Cerro los ojos e intentó recordar.

El batzarre había terminado con dos vecinos peleando por un trozo de campo a la que llaman la Lentejera. Antes, habían pasado el cuenco con el brebaje preparado, ahora lo recordaba claro, por June. No hubo ninguna resolución de interés. Poca información para el Alcaide. En este pueblo, les cuesta ponerse de acuerdo aunque quizás sería necesario vigilar a Uztai de cerca.

El cielo se estaba nublando, con nubes que venían por el paso de Artederreta, lo que significaba tormenta. Mientras comenzaban a caer las primeras gotas, se puso a la par de Jimena, intercambiaron un saludo breve, mientras se miraban intensamente a los ojos. Siguieron a todos los demás, por la senda que pasaba por la puerta de la borda del 9. El aguacero arreció, se puso a la par de Jimena y le invito a refugiarse en la borda. Recordaba que entraron, que noto el calor de los cuerpos humedos, el olor a lavanda de su pelo, las ganas de abrazarla, la mano de ella cogiendo la suya... y después nada. Ahora tenía claro que todo lo que había vivido no era mas que un sueño, fruto de su estado de incosciencia. Alguién le había golpeado por detrás desde el fondo de la borda.

Había sido descubierto. Pero no le habían matado. E incluso le habían tapado. ¿le habría traicionado Jimena?. No. Confiaba en ella. No se explicaba porqué, pero confiaba, y le daba la sensación que lo que había soñado tenía un significado. Recordaba que la amaborze le había contado alguna vez, cuando se levantaba preocupado por el sueño reciente, que los sueños sobre situaciones reales, son aquellas cosas que se desean de verdad, por las cuales merece hacer el esfuerzo de pelearlas.

¿acaso alguno de los ancianos se había enterado y esto era un toque de atención? ¿querían demostrar que lo sabían? ¿porque lo habrían dejado vivo? ¿como lo habían sabido?

Se incorporó del todo y llamó a su caballo. Había tomado una decisión. Iría a buscar a Uztai y se ofrecería como espia doble. Garaño y sus habitantes se merecían una situación mejor...y Jimena también contaba....

martes, 20 de enero de 2009

El cielo en movimiento

A menudo es muy difícil que apreciemos la belleza y lo extraordinario de las cosas que vemos a diario, y si hay algo lleno de cosas maravillosas y alucinantes que veamos todos los días -si las nubes lo permiten- es el cielo. Y desde Egillor tenemos unas vistas realmente buenas (sobre todo amaneceres!)

El vídeo El cielo en movimiento, que fue la Imagen Astronómica del Día del pasado 31 de diciembre de 2008, es un magnífico recordatorio de lo que podemos ver con sólo levantar un poco la mirada, y muy adecuado para este Año Internacional de la Astronomía.

Es un gusto. Recomendado!

martes, 13 de enero de 2009

Inspeccionando cables de alta tensión

Joe, hoy viendo alguna paginilla por internet he visto este video de un trabajo que yo nunca haría... si hay algo que no tenga estabilidad y que se junte con la electricidad es el puesto de trabajo de estos señores... y nos quejamos!
Es un trabajo con mucha tensión, pero alguien tiene que hacerlo...

Inspeccionando cables de alta tensión [Dailymotion, 2:14, inglés]

Impresionan los arcos eléctricos que se producen cuando se aproxima el polo a los cables (o de vuelta al helicóptero) para dejar o recoger al técnico. O al propio técnico "gateando" por los cables...

PD: Vecino! estos si que ponen vigas sin miedo a subirse al andamio....

lunes, 12 de enero de 2009

El juego más dificil del mundo (así se llama y eso es lo que parece)


Aviso: este juego puede llegar a ser tan adictivo que destruirá sin duda la poca productividad que te quede en el día de hoy. Que conste que te he avisado. No sabes en donde te estás metiendo.

World’s Hardest Game: parece fácil pero no. Eres el cuadrado rojo y tienes que atravesar de un lado a otro los laberintos esquivando los círculos azules (y recogiendo los amarillos, de paso). Si «mueres» sólo veinte veces en el nivel 1 es que estás empezando a dominarlo. Pero para completarlo hay que hacer 30 niveles a cual más chungo. Bonus: música rayante.

Actualización: Por si alguien se lo acaba, existe una segunda parte del mismo juego con más niveles

jueves, 8 de enero de 2009

Luna llena

Enecco se despertó desorientado. Se incorporó del montón de paja donde estaba tumbado y hecho un vistazo a su alrededor. A través de la puerta semiabierta, entraba el resplandor de la luna llena. A su lado, un cuerpo de mujer se removió inquieto. Jimena.
Estaban en una de las bordas de los altos de Mortxe. Dios! la cabeza le dolía.
Habían subido al batzarre y después de una tensa reunión, uno de los ancianos preparó un brebaje que bebieron pasandolo de mano en mano. Lo que contenía el brebaje, era un secreto que se transmite de padres a hijos, pero lo que es seguro, es que sirve para que las discusiones pasen a un segundo plano, las rencillas se olviden y crezca un sentimiento de clan entre todos los asistentes.
Una vez dado por finalizado el batzarre, cada uno fue volviendo a sus casas en grupos, solos, por diferentes caminos, cada uno sumido en sus pensamientos, analizando lo hablado. Casí sin proponerselo, Enecco y Jimena se quedaron los últimos. Iban bajando andando, sin hablar, el agarrando las riendas del caballo y ella, a su lado, con la cabeza baja. De repente, un relampago iluminó la cuenca, y un enorme trueno retumbó en las montañas. Al instante, un inmenso chaparrón de agua empezó a caer sobre ellos. Corrieron a refugiarse a una de las bordas cercanas. Una vez protegidos por el tejado, se quedarón uno al lado del otro, mirando por la puerta como una cortina de agua no dejaba ver a un palmo de distancia. Se dieron cuenta, de pronto, de que estaban algo nerviosos. Y eso... les tranquilizó a ambos.
El efecto del brebaje iba haciendo que poco a poco los dos perdiesen su timidez, la ropa mojada y la cercanía de sus cuerpos hacía que notasen una atracción que les impulsaba a abrazarse.
Y lo hicieron. Y sus bocas se encontraron. Jimena retrocedió hasta apoyarse en una de las paredes de la borda, sin separar su lengua de la de Enecco. Su deseo se iba desatando momento a momento. Notaba como él deslizaba sus manos una y otra vez por su cuerpo, como le levantaba los brazos mientras le besaba el cuello y le mordía suavemente los lóbulos de las orejas. Casi sin darse cuenta, acabaron tumbados en uno de los montones de paja preparados en el interior de la borda.
Las manos de Enecco subian por su pecho esquivando deliberadamente esos montes orgullosos coronados por la insolencia de sus turgentes pezones. Pasó infinidad de veces, rodeandolos, sin tocarlos, bajando hasta sus caderas, recorriendo los límites de su vientre, sugiriendo el perfil del su pubis. Rozaba apenas todo su cuerpo con sus dedos. El aliento de Jimena se entrecortaba entre suspiros. Sus dedos pasaban una y otra vez, rodeando sus bordes, mientras se perdía en sus valles y ascendía por sus colinas, deleitandose viendo como elevaba sus caderas, y sintiendo como Jimena deseaba que le quitase toda la ropa. En un momento estaban los dos desnudos. Ya no había obstaculos entre su piel y la de ella.
Intentó cubrir de besos todo su cuerpo, pero Jimena no le dejó tiempo, pedía más, mucho más. Centró sus labios en el ombligo, se deplazó hacia arriba, rodeó sus pechos, iniciando una espiral de diminutos besos en cada uno, que terminó inevitablemente en sus pezones. Y los saboreó. Una y otra vez, humedeciendolos, chupandolos, haciendolos desaparecer en su boca. Enecco no podía mas y Jimena tampoco. Tanto tiempo pensando el uno en el otro hacía que este momento no hubiese pensamientos para nadie mas, ni tiempo de analizar remordimientos. La virilidad de él, se abrió paso, invadiendo los jugosos labios, se hundió suave pero con decisión entre sus pliegues, sorprendiendola, penetrando hasta el fondo, de una sola vez. Era la escalada final. Enecco se movía con energía, sin pausa, y podía sentir como ella vibraba, como se descontrolaba cada nervio, cada músculo, cada célula de su cuerpo. Sus sentidos explotaban, desbordados por las inéditas sensaciones del amor prohibido... Era demasiado para Enecco, bastaron unos segundos para que el también explotara y cayera derrumbado sobre su pecho.
Quedaron así, unos momentos, sin hablar. Mas que dichosos, se sentían unos privilegiados por estar allí. Apenas dos extraños, esa noche se habían permitido poseerse mutuamente. Como si el tiempo, complice, se hubiera detenido para regalarles un precioso instante. Aunque fuera sólo por este aqui y ahora, ese momento les pertenecía...
Todo esto había pasado solo un rato antes, luego debieron quedarse dormidos, atontados por la placided y el efecto final del brebaje. Debían bajar rapidamente o serían descubiertos. A él no le importaba demasiado, pero ella... iba a tener muchisimos problemas si alguien se daba cuenta de que no habían bajado con los demas al terminar el batzarre. Iba a despertar a Jimena, cuando de repente, el caballo de Enecco, atado en la puerta de la borda, emitió un breve relincho. Alguién se acercaba. O algo...